Menos drogas...¿Mejor sociedad?
Hace unos días, tras los terribles hechos de Monterrey y el casino Royal, (que se suman a cinco años de violencia, ahora incontenible ) una querida amiga publicó en su perfil en Facebook a modo de estatus: ¿Cuanta gente tuvo que morir para que te pudieras fumar ese churro tan tranquilamente?, evidentemente se generó polémica en su muro, con opiniones en contra, otras que defendían el punto otras el consumo...
Más allá del daño que provocan las adicciones en un entorno familiar, más allá de la pelea que se desata entre carteles por el control de la droga, más allá de la ganancia política, es absurdo pensar en que el terminar con el consumo sea la única manera de mejorar el entorno que ahora tenemos, si bien la "guerra" contra las drogas ha generado mas muerte e indignación que reflexión, deberíamos concentrarnos en esas voces que nos piden comenzar desde la casa.
En esta sociedad que seas un hijo de puta no esta mal visto, si eres un abusivo y cretino auténtico no cambia tu vida, si te metes en la fila del baño, las tortillas o la incorporación a una avenida, la idea es que eres mejor que todos porque a todos les ganaste, si evades impuestos o compras una película pirata eres un "vivillo", aunque en realidad te conviertes en un antisocial egoísta, pero ¿Así lo dejamos en claro todos?, la verdad es que tenemos un sociedad tan compleja y llena de complejos que se ve muy difícil lograr un poco de urbanidad, que es lo que ahora necesitamos, desde que no se entiende lo que es civismo, civilidad, urbanidad y respeto, las cosas han ido empeorando y la culpa no la tienen las drogas, vivimos en un entorno sin educación emocional y encima de todo apático hasta los huesos, y esa apatía y desazón que nos provoca la falta de autoestima cultural nos lleva al punto de violencia en que vivimos...
Comencemos por casa, cuando vean a una señora gritando de manera denigrante a su hijo miren con reprobación el hecho, que en unos cuantos años ese muchacho estará seguramente más cerca de traficar que de ir a la universidad y no me digan que será culpa del gobierno, será culpa de esas familias con ninguna educación emocional que han olvidado enseñar el amor propio y con ello la posibilidad de decir: me merezco algo mejor.
Yo digo con orgullo que no compro piratería, y que pago mis impuestos, La mas de las veces com recargo, uso mis diréccionales al conducir y la mayor parte del tiempo no miento madres, he dejado de hacerlo por seguridad ¿Y saben qué? Se siente muy bien no tener esa furia. Cedan el paso al peatón y conduzcan con cuidado, un auto es un arma que puede acabar con familias.
martes, 30 de agosto de 2011
miércoles, 3 de agosto de 2011
De suspiro
Suspiro
Anda, posiblemente sean tus nervios, la presión en el pecho es síntoma de tantas cosas, pero sobre todo lo es de angustia.
Eso ha dicho el analista al teléfono, es que le he llamado porque el dolor no ha cesado y jura él que no es un ataque cardíaco, quiero creerle y me sentaré en la penumbra, que sea lo que sea, encender las luces no va a cambiarlo, no se trata de una pesadilla infantil.
Se levanta poco a poco el pecho, suave, es un suspiro guardado tanto tiempo que ahora se revela e intenta doblegarme con dolor, intenta salir a como dé lugar de mi pecho, ¿Por qué le he dejado encerrado? No lo sé, tal vez haya sido que intentaba salir en un mal momento, tal vez en la parada del autobús, justo cuando estaba junto a esa chica linda de ojos almendrados y senos turgentes. O cuando paseaba por el centro y el astabandera dejo caer un monumental montón de tela colorida cerca de mí, pudo ser eso o no, seguramente olvidé que andaba por dentro mío, cual mosquito encerrado, y ahora se ha decidido a salir y a golpear toda pared que se le ponga enfrente, incluso si puede llevarme a la muerte. ¿Qué va a importarle?
Se sabe que los suspiros son unos egoístas inoportunos, siempre aparaciendo a su antojos y sin dar el menor aviso, no es que vayan a mandar un memo en que expliquen lugar y hora de su próxima llegada, pero si van a incomodar al menos que pase como con los estornudos, en que primero se siente el cosquilleo y el revoltijo en la columna vertebral y da tiempo de voltear la cara e incluso de salir de la habitación, pero no, estos son unos majaderos que dan al traste con toda intención de discreción. Evidencían las emociones y las vuelven descaradas, anda uno por la vida con el ojo ajeno constante, la señora curiosa que no cesa de preguntar el por qué de los suspiros, por qué esto, por qué aquello... Carajo, con los suspiros.
Creo que es mejor que me levante y encienda las luces, no va a cambiar nada, lo he dicho antes, pero si le doy la atención adecuada posiblemente pase de largo el dichoso suspiro y no regrese en un buen tiempo.
Luz encendida:
- Disculpe, no la esperaba, sí, ya veo, no era un suspiro, siempre sí el ataque cardíaco, señora Muerte, deme un segundo, tengo un pendiente ... Aquí viene, lo había dejado guardado, verá es que se trata de mi último suspiro, deje que salga y luego, sólo apague la luz.
Anda, posiblemente sean tus nervios, la presión en el pecho es síntoma de tantas cosas, pero sobre todo lo es de angustia.
Eso ha dicho el analista al teléfono, es que le he llamado porque el dolor no ha cesado y jura él que no es un ataque cardíaco, quiero creerle y me sentaré en la penumbra, que sea lo que sea, encender las luces no va a cambiarlo, no se trata de una pesadilla infantil.
Se levanta poco a poco el pecho, suave, es un suspiro guardado tanto tiempo que ahora se revela e intenta doblegarme con dolor, intenta salir a como dé lugar de mi pecho, ¿Por qué le he dejado encerrado? No lo sé, tal vez haya sido que intentaba salir en un mal momento, tal vez en la parada del autobús, justo cuando estaba junto a esa chica linda de ojos almendrados y senos turgentes. O cuando paseaba por el centro y el astabandera dejo caer un monumental montón de tela colorida cerca de mí, pudo ser eso o no, seguramente olvidé que andaba por dentro mío, cual mosquito encerrado, y ahora se ha decidido a salir y a golpear toda pared que se le ponga enfrente, incluso si puede llevarme a la muerte. ¿Qué va a importarle?
Se sabe que los suspiros son unos egoístas inoportunos, siempre aparaciendo a su antojos y sin dar el menor aviso, no es que vayan a mandar un memo en que expliquen lugar y hora de su próxima llegada, pero si van a incomodar al menos que pase como con los estornudos, en que primero se siente el cosquilleo y el revoltijo en la columna vertebral y da tiempo de voltear la cara e incluso de salir de la habitación, pero no, estos son unos majaderos que dan al traste con toda intención de discreción. Evidencían las emociones y las vuelven descaradas, anda uno por la vida con el ojo ajeno constante, la señora curiosa que no cesa de preguntar el por qué de los suspiros, por qué esto, por qué aquello... Carajo, con los suspiros.
Creo que es mejor que me levante y encienda las luces, no va a cambiar nada, lo he dicho antes, pero si le doy la atención adecuada posiblemente pase de largo el dichoso suspiro y no regrese en un buen tiempo.
Luz encendida:
- Disculpe, no la esperaba, sí, ya veo, no era un suspiro, siempre sí el ataque cardíaco, señora Muerte, deme un segundo, tengo un pendiente ... Aquí viene, lo había dejado guardado, verá es que se trata de mi último suspiro, deje que salga y luego, sólo apague la luz.
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