Cuando era adolescente me daba lo mismo un cafe americano instantáneo que uno de grano, a finales de los 80 en un país que pasaba por malos momentos económicos tras una de sus más severas crisis un café era un superficialidad incluso con cara de Maria Victoria y su "que rico cafecito" de café Legal.
Al entrar a la universidad comencé a tomar café diariamente, en mi escuela había una sola cafetería que cerró al poco tiempo de mi ingreso, una cafetería bastante triste acorde con los estantes de las tiendas conasupo post-crisis, cerrada la cafetería una oportunidad de mercado se abrió y un señor conocido por años como el cafénauta la aprovechó. Décadas atrás había comenzado vendiendo café en su camioneta el el estacionamiento de la escuela, diseñando incluso una forma para servir más rápido el café cargando un depósito en la espalda surgiendo de ahí el nombre pues parecía un astronauta, en 1994 la era del grunge acompañaba a cada universitario y entre largas cabelleras, botas dr. Martín y cigarrillos veíamos una apertura comercial y la llegada de un nuevo término: globalización. E incluso para el cafenauta la competencia se endureció, pues se abrieron concesiones a cafeterías nuevas y si bien una fue para él con sus años de experiencia y seguridad y confíanza en su mercado cautivo la otra joven cafetería tenía una gran novedad: el capuchino.
Capuchino y palomitas de microondas, esa era la clave que desbancaba al cafenauta y sus décadas de café americano con crema y azúcar, y más adelante fue la globalización la que hizo emerger a cientos de cafeterías en las ciudades, llegaba el capuchino y los sabores variados y lo mismo daba un mal capuchino que uno bueno, lo importante era la espuma. Los noventa vieron llegar las franquicias y un auge por el café, pero en seattle se había sembrado la más grande de las semillas, aparecia a finales de los 80 un local llamado starbucks y a mediados de los 90 tenía cientos de establecimientos en E.U. Y así de mano de la globalización llegó a Mexico y nos presentó las mil combinaciones, la personalización y la amabilidad eficiente aunque bastante mecanizada, resultado de training y manuales exactos, nos llamaban por nuestro nombre y nos daban gusto en todo vendiendo a la hora de vender algún tipo de café y no sólo un café. Pase de un café americano con crema de $6 a un the chai latte deslactosado tall de $48. Claro qué hay catorce años de distancia entre esas mañana frías de café con crema, polvorones, cigarrillo en mano y Nirvana, ya no uso botas mineras con vestidos de flores, deje de fumar, soy intolerante a la lactosa y me gusta el world music de putumayo récords. Pase de un cafenauta a starbucks, de localismo puro a globalización.
2 comentarios:
Hay que darnos una vuelta para ver si todavía circula...
Publicar un comentario