domingo, 3 de enero de 2010

Sobre las horas

Ayer después de algunos años de su lanzamiento, pude ver "Las horas", la película, la ví en HBO o Cinemax o MovieCity, no sé, alguna de esas cadenas la presento y por fin pude verla, parte de mi actualización cinematográfica tras algunos años de escasas visitas al cine.

No hablaré de la película, salvo de la "extraña" Virgina Woolf al hablar de sus personajes, con la pasión de quien es fanático de las series televisivas y repasa en su cabeza cada capítulo repitiendo los diálogos, incluso cuando está acompañado, lo que hace pensar a quienes se sientan a su lado que está loco o no cuenta los chistes a nadie más... eso o habla con ángeles - (mi hermana usó esa frase el 1o. de enero cuando mi hija se río sola)-.

Entonces me pregunté si no es miedo lo que me impide escribir, sí, miedo a entrar en esos laberintos que se ven en la película y que no desconozco, esos laberintos oscuros, como las escarpadas montañas de los Cárpatos, en que la única forma de salir es guiándose por la luna llena, que helada nos vuelve pálidos. Es que no es sencillo para mi entrar en tal estado de exitación, de enajenación siendo madre, porque no es cómo salir del trabajo, subir al auto y llegar a casa a ver a Dora la Exploradora, no es tan fácil dar la vuelta o al menos a mi no me resulta sencillo, eso de ir y venir entre la pureza de la infancia y lo contrario que sea ser adulto y hablar de cosas dolorosas para cualquiera adulto. ¡Ah Dios! Que difícil es este bloqueo electivo.

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