domingo, 9 de agosto de 2015

Mirando de nuevo: Rezar, comer, amar.

Sentada en mi acalorado sofá me dispuse a ver la vieja película de Julia Roberts, esa película que hizo furor hace años y que mostraba la evolución de una mujer en su proceso de autoconocimiento tras el divorcio.

Cuándo me preguntaban por qué la veía, sólo atiné a mencionar: Por la fotografía, es linda.

Entonces comencé a reflexionar sobre lo cercano de la historia para mi, sobre la búsqueda de Dios, quién soy, los viajes y el amor.

Por eso llegué a la conclusión de que la película era una oda al egocentrismo, yo busco, yo quiero, yo encuentro, yo amo, yo como ¿notaron alguna momento en que la protagonista diera algo de sí misma a alguien más sin interés alguno?

Si acaso en el ashram cuando le piden que cuide a los nuevos visitantes, pero fuera de ello, Julia no deja de buscar su plena satisfacción, se divorcia porque la pareja no se "define" y no escoge un sólo sueño a seguir y es el más paciente con ella.

¿En verdad todas nuestras búsquedas tienen que ser en Solo?

Yo confieso que a mi no me gusta viajar, los viajes me agotan y me generan estrés, no me gustan. Yo no creo en Dios como tal y seguramente por ello no me he preguntado dónde anda, he amado y sé que me han amado y juro que tengo al amor en cada mano. Por eso me pregunto porque la búsqueda de un "yo", no comienza con un "nosotros", y no como un concepto de pareja sino de sociedad.

¿Cuanto damos antes de pedir? ¿Cómo nos definimos bondadosos sin dar un buenos días a un desconocido? ¿Cuanto amamos sin esperar recelo?

Yo creo, que eso nos falta un poquito, seguro las respuestas a esos viajes interiores ya andan por aquí.

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