martes, 15 de febrero de 2011

Cinismo de San Valentín

¿Recuerdan su primer día de San Valentin?, tal vez no, tal vez sí, yo recuerdo con notoriedad los de la secundaria, los corazones en terciopelo rojo o en papel lustre, las cartas secretas a los chicos y la emoción de las tardeadas, el juego de la botella y la frase: "te acompaño a tu casa".

Pasados mas de veinte años, es justo recordarlo y también mirar alrededor para notar que la candidez se ha ido y que hay un mucho de cinismo en el aire... Y resulta obsoleto y esta de moda ser "grinch" todo el año, y debo confesar que muchos de los que se declaran "grinch" son gente muy bien querida y muy felicitada, llena de amor por todos lados, en casa, con amigos y hasta pareja, ¿A qué vendrá ese "grincheo" fuera de temporada?. 

Seamos honestos, la cosa en el país no es nada linda, el futuro no suena halagador y hay mucho miedo, mucho, porque se teme que lo que sucede en pocas ciudades se convierta en algo de muchas ciudades, porque no podemos imaginar que en nuestra ciudad dejemos de ir a las plazas públicas, y eso no lo imaginaban en otros lados y ahora nadie visita los parques. Hay miedo y nerviosismo, y aún así, parece que ser un "grinch out of season" es la única manera que nos parece simpática de ver la candidez de otros.

Desearía ser cándida de nuevo, que me emocione pensar en unas flores, o bueno... que alguien me dé flores, porque cuando te despiertas todos los días con el mismo nudo en la garganta por los problemas que te toque enfrentar, la cursi candidez de otro puede darte una sonrisa. Seamos un poco menos cínicos y démonos margen a disfrutar de las sonrisas coquetas que nos podemos brindar, tal como lo hacíamos a los 13 años y te apuntaba la botella para besar al chico o chica que más te gustaba. Es hora de buscar más y dar más, menos cinismo y más sonrisas por favor.

Feliz y atrasado San Valentin.

martes, 1 de febrero de 2011

Y... ¿Que edad tenía él?

Cuando cumplí los 17 años, tuve una de esas experiencias valiosas por su significado... El riesgo.

En casa de una amiga de la secundaria, conocí a un hombre mayor que yo, cuando tienes 17 años y alguien mayor que tu te presta atención se acerca y conversa contigo, el ego vuela cual globo en día de reyes y la capacidad de distinguir los riesgos se ve anulada. Este caballero era amigo o primo de la madre de mi amiga y sin mas mi más me invitó a salir al día siguiente, recuerdo que me llevo a casa de mis padres y que fue muy amable, me dijo que era divorciado y se llamaba Jano... Tenia 34 años.

Yo no vi nada "malo" en el hecho, me causaba curiosidad que alguien así (con auto) se fijara en mi y recuerdo que me mencionó el hecho de haberme visto bailar y que era muy sexy para mi edad y por eso deseaba conocerme, y ahora que hablaba conmigo le parecía muy madura (ahora que he vivido tantas cosas me pregunto cuales eran sus parámetros de "madures"). Debo confesar que a mis 17 años gustaba de bailar y eso incluía la lambada (eran los 90, jo jo) ojo: sin haber visto jamás Dirty Dancing (no me dejaban entrar al cine), así que al verme bailar con algún adolescente de mi edad, el tipo se lanzo al ruedo y por supuesto que sabia mi edad.

No recuerdo a donde fuimos, pero recuerdo claramente qué sucedió cuando me dejo en mi casa, recuerdo su auto blanco (un viejo Montecarlo) y el sol del atardecer entre los arboles... Me besó... Y ¿qué paso?, que tras un beso "demasiado" adulto y unas manos "mas adultas" que el beso, me despedí corriendo y dije que me esperaba mi papá. No volví a contesar sus llamadas y creo que hasta deje de ir a casa de mi amiga, entonces comprendí una ley de la vida: "hay ciertos limites que nunca debes de cruzar". 

El soundtrack de tu vida

Hay un programa de radio que pasa en una estación de jazz, en el que hablan de el soundtrack de personajes de la cultura y/o conocidos de...