miércoles, 3 de agosto de 2011

De suspiro

Suspiro

Anda, posiblemente sean tus nervios, la presión en el pecho es síntoma de tantas cosas, pero sobre todo lo es de angustia.

Eso ha dicho el analista al teléfono, es que le he llamado porque el dolor no ha cesado y jura él que no es un ataque cardíaco, quiero creerle y me sentaré en la penumbra, que sea lo que sea, encender las luces no va a cambiarlo, no se trata de una pesadilla infantil.

Se levanta poco a poco el pecho, suave, es un suspiro guardado tanto tiempo que ahora se revela e intenta doblegarme con dolor, intenta salir a como dé lugar de mi pecho, ¿Por qué le he dejado encerrado? No lo sé, tal vez haya sido que intentaba salir en un mal momento, tal vez en la parada del autobús, justo cuando estaba junto a esa chica linda de ojos almendrados y senos turgentes. O cuando paseaba por el centro y el astabandera dejo caer un monumental montón de tela colorida cerca de mí, pudo ser eso o no, seguramente olvidé que andaba por dentro mío, cual mosquito encerrado, y ahora se ha decidido a salir y a golpear toda pared que se le ponga enfrente, incluso si puede llevarme a la muerte. ¿Qué va a importarle? 

Se sabe que los suspiros son unos egoístas inoportunos, siempre aparaciendo a su antojos y sin dar el menor aviso, no es que vayan a mandar un memo en que expliquen lugar y hora de su próxima llegada, pero si van a incomodar al menos que pase como con los estornudos, en que primero se siente el cosquilleo y el revoltijo en la columna vertebral y da tiempo de voltear la cara e incluso de salir de la habitación, pero no, estos son unos majaderos que dan al traste con toda intención de discreción. Evidencían las emociones y las vuelven descaradas, anda uno por la vida con el ojo ajeno constante, la señora curiosa que no cesa de preguntar el por qué de los suspiros, por qué esto, por qué aquello... Carajo, con los suspiros.

Creo que es mejor que me levante y encienda las luces, no va a cambiar nada, lo he dicho antes, pero si le doy la atención adecuada posiblemente pase de largo el dichoso suspiro y no regrese en un buen tiempo.

Luz encendida:

- Disculpe, no la esperaba, sí, ya veo, no era un suspiro, siempre sí el ataque cardíaco, señora Muerte, deme un segundo, tengo un pendiente ... Aquí viene, lo había dejado guardado, verá es que se trata de mi último suspiro, deje que salga y luego, sólo apague la luz.

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